jueves, 6 de noviembre de 2008

¡¡Capítulo nº 2!!


Hola de nuevo a todos mis fieles seguidores...bueno, lamento haberlos echo esperar, pero la demora terminó. Espero les guste, disfrútenlo, y no olviden votar!! Saludos!!



Capítulo II:


Tus ojos, Tu voz


No podía seguir en el mismo estado por más tiempo. Me estaba matando yo sola.

Han pasado ya dos meses desde que me dijiste te amo por última vez. Dos meses de tormento continuo. Dos meses de pesadilla.

Suspiré. “No me doy tregua” pensé de forma cansada.

Conozco a la perfección los motivos que te llevaron a tomar semejante decisión y aun así no logro quitarme este sentimiento de culpa de encima. Es esa extraña sensación de que hay algo más, algo que me he pasado por alto. Algo que tú sabías y que no me dijiste.

Pensar en tu…muerte, es algo que aún se siente como una espada atravesada en mi pecho. Lo que no significa que, por el solo hecho de pensar en ello, lo haya asimilado, y mucho menos superado. Es algo en lo que trabajo día a día, aunque cada vez con menos fuerza…

- ¿Me das permiso, por favor? – me dijo una suave y profunda voz varonil, muy amable.

Me costó un par de segundos reaccionar ante la petición, ya que una vez mas había caído en lo mismo; había estado hablando conmigo, bueno, en realidad no hablaba conmigo, si no contigo.

- Claro, disculpa – dije distraídamente pero sin verlo en verdad.

- Gracias – respondió enfatizando la palabra y de manera tan extraña que me obligué a alzar el rostro para ver de dónde provenía aquella voz tan terriblemente familiar – lamento haberte interrumpido – se disculpó.

Lo dijo como si supiera que había interrumpido mis cavilaciones. Una sonrisa encantadora asomó en su rostro, y sus ojos fueron cálidos, casi conocidos.

Me quedé atónita frente a aquél joven que, según creía, había estado sentado junto a mí por más de una hora.

Apartó su mirada de mí y aún sonriendo levemente, se bajó del transporte.

Aún no me recuperaba de mi extraña sensación de déjà vu, cuando el autobús se detuvo bruscamente y me di cuenta de que ésa era mi parada. Me sobresalté y salí muy rápido de mi asiento para poder bajarme.


A pesar de saber que era innecesario seguir dándole vueltas al asunto, que tenía cosas más importantes de las que preocuparme, no podía dejar de pensar en el joven del autobús…

Me encontraba tendida en el sofá de mi departamento entre torres de cajas embaladas. Aún me quedaban muchas cosas por empacar y el tiempo, ¡el maldito tiempo!, se me estaba pasando muy deprisa. Sólo me quedaban tres días.

Este viaje lo había planificado contigo, iba a ser algo así como una mezcla entre “Luna de Miel” y “Turismo Productivo”, pero luego de lo ocurrido hace ya dos meses, lo había transformado en algo definitivo. Me mudaba a España permanentemente. Una decisión demasiado reciente…

- No puedes seguir actuando como un robot – dijo mi madre una tarde en su casa cuando, de manera mecánica, había pasado a visitarla como todos los martes.

- No sé a que te refieres – respondí con voz monótona.

- Durante estos dos meses has hecho lo mismo todos los días – me dijo perdiendo un poco la paciencia ante mi indiferencia – no dejas ningún momento libre para descansar, no te he visto sonreír, no lees desde hace mucho, no has escrito nada, ¡no sé que diablos te pasa, tú no eres mi hija!

Cierto. Mi madre no tenía la menor idea de lo que pasaba, sólo mi hermana estaba enterada y algo en mi decía que si le hubiese contado, aunque pareciese inhumano, se habría alegrado.

Así eran las cosas, nunca te quiso, siempre te miró como si no fueses de este planeta. Ella y mi padre, malditos clasistas aristócratas. Incapaces de ver mas allá de lo que el dinero pueda comprar.

- No quiero hablar de mi, mamá – repliqué con voz cansina – mejor dime cómo está papá.

- Esme, me lo preguntaste en cuanto llegaste – respondió mi madre amablemente.

- Oh!, vaya… ¿y tú, qué has echo? – intenté entablar conversación aunque no estaba segura de lo que estaba diciendo.

- ¿Qué he hecho desde el martes pasado? – preguntó con sarcasmo y enarcando una ceja – Bien, veamos… no estoy segura – comentó con una desagradable mueca - ¿Pasar toda la semana intentando hacer que reacciones de una buena vez?

Estaba más que claro, habíamos tenido esta conversación en mas de una oportunidad. Quizás en “varias” oportunidades, y aún así no se me ocurría qué “decir”.
Tú ocupas toda mi mente desde que tu mano soltó la mía.

“¡Basta! - me dije a mi misma- te has vuelto un cadáver andante, debes hacer algo, pero hacerlo ¡ya!”

- ¿Sabes, mamá? – Dije de pronto con una nota de emoción en mi voz que no se le pasó por alto – creo que tienes razón – continué mis cavilaciones en voz alta – he cambiado mucho durante este tiempo, necesito hacer algo.

- Cielo, ¿estás bien? – preguntó mi madre sorprendida y preocupada a la vez.

- Sí, mamá, creo que es el momento adecuado para retomar los planes de mi viaje a España – le dije sonriendo por primera vez en dos meses.

Mi madre se quedó atónita ante mis palabras, y más aún ante el cambio efectuado en mi voz. Me miró con recelo.

- ¿Estás segura de que es “eso” lo que quieres? – preguntó.

- Desde hace “meses” que no estaba tan segura de algo – le volví a sonreír y su sorpresa fue en aumento.


Han pasado ya tres semanas desde que tuvimos esa pequeña charla. Desde que por fin tuve algo claro.

Sonreí en silencio al recordar la expresión estupefacta de mi madre. Era cierto, hacía mucho que no me interesaba por nada. Lo que me traía de vuelta a…

- ¿Quién habrá sido ese joven? – me dije en voz alta – me miró de una manera tan familiar… y su voz… habló como si supiese que había interrumpido mis pensamientos… Ah! – suspiré.

Un reclamo proveniente de mi estómago, me hizo voltear hacia la pared en la que se encontraba el reloj. Eran casi las diez de la noche, por lo que llevaba mas de dos horas tendida en el sofá.
Me dirigí a la cocina y se me antojó comer algo dulce, por lo que comencé a reunir ingredientes para prepararme unos panques.

Coloqué un CD de mis danzas favoritas y empecé a cocinar.

Estaba de un ánimo inusualmente bueno; me movía al ritmo de la música y coreaba los estribillos.

Fue en ese entonces cuando caí en la cuenta del por qué me había molestado tanto la sensación de déjà vu que me había ocasionado el joven del autobús. Sus ojos eran idénticos a… los tuyos.

El mismo matiz de azul profundo, el atisbo de una alegría controlada, la sensación de saber qué pensaba. Todo. Esa era "tú" mirada.

Y ése tono tan peculiar en su voz… era el "tuyo".

Me quedé plantada en medio de la cocina, inmóvil, con la sartén en la mano y sobre el fuego de la cocina.

El olor a quemado me indicó que había perdido un panque. Maldije en voz alta, pero eso no cubrió por completo la analogía que acababa de formular. Tenía que verle de nuevo. ¿Pero, cómo? Estaba a tres días de abandonar el país, ¡era imposible!

Archivé cuidadosamente este presentimiento en mi baúl mental y me dediqué a seguir disfrutando de mi arranque de alegría espontánea.

Solo me quedaba una cosa mas por hacer aquí, encontrarle.




Se despide afectuosamente a ustedes,


DarkAngel.

7 comentarios:

itslauraaa dijo...

iiia estuii petida en la toriia T_T

esmee ziigue puz ;D

o kuenta adelanto x'dddd

itslauraaa dijo...

;D son la 7:20am x'dddd

=P pa k veaii k tuii metiia en la toriia x'dddd

Anónimo dijo...

aaaa q esta entrete me qee mas pega puxa porq olle q esta interesante justo la cortaste en la parte mas emosionante jiji
m... x x
-

perlita dijo...

m... porq en esa parte estoy mas metia vas a tener q sacar pronto lo q sige jiji

itslauraaa dijo...

esmee te ordeno k subas el 3 kapitulo ¬¬
x'ddddddddd

lizzy dijo...

ooohhh!!! pero si esto esta wow!!!

niña, plis continuala pronto!!!!

ademas q no se vale, este capitulo fue muuuuyyy corto

en fin, sigue adelante!

Lord Faerigan dijo...

Waaa... quede pegado XD

Bien, ahora a por el siguiente capi XD