sábado, 20 de diciembre de 2008


Bueno, atencion mis queridos lectores y lectoras...les tengo buenas noticias. Para aquellos que deseen leer el original del primer capitulo, se pueden contactar conmigo al mail theangelost17@gmail.com y pedirlo. No publicare aqui los originales, asi que si alguien los desea, que me lo haga saber por favor. ^^
Disfruten el cuarto capi...Adios!

Capítulo IV:

Mi Pilar

¡Nada!

Que frustrante era terminar mi último día en el país con la nada misma entre las manos. Nunca había intentado localizar a nadie, pero no lo haría otra vez. Era demasiado complicado.

Ahora entiendo cuando mi madre me decía “entre mas ansias algo, mas te demoras en conseguirlo”.

Ya habían pasado los últimos días que me quedaban, mañana tomaría mi vuelo a España y no tenía ni una sola pista de quien podría ser ese joven. ¡¡Agh!!

Me había pasado el sábado entero fuera de casa, sintiéndome completamente estúpida por querer encontrar a alguien de quien solo recordaba los ojos. Mi punto de partida había sido cerca de la casa de mis padres, ya que en esa parada se había bajado del autobús. Recorrí todo el vecindario mirando a cada chico que se me cruzara y nada. El día terminó sin noticias y, mejor para mí, sin sueños. Estaba demasiado cansada para tenerlos.

El domingo no fue mucho mejor. Creí ver a un tipo de su misma altura y contextura, según la vaga imagen que guardaba mi mente, pero cuando me decidí a hablarle, lo perdí de vista. Luego, lo vi de nuevo para perderlo a la hora siguiente.

Y el lunes, es decir, hoy, termino de joder mi estancia aquí, deseando que el día terminara de una buena vez para poder salir del país y no regresar en un largo periodo de tiempo. Había ido a la biblioteca a devolver unos libros y me quedé ahí por el resto de la tarde. No hice mucho aparte de enfurruñarme por no haber encontrado ni rastro del hombrecito; así que había ayudado al tiempo leyendo entre las estanterías y sintiéndome extrañamente observada. Puede ser que toda esta paranoia de la búsqueda me haya dejado con todos los sentidos en tensión, pero lo cierto es que en varias ocasiones creí ver una silueta a mis espaldas…

¡Basta! No volveré a buscar a nadie nunca más. Me afecta más de lo que creía.

Pasadas las horas, y también mis raras sensaciones, decidí irme al departamento para terminar de empacar las últimas cosas y dejar ordenado todo.

Mi hermana, Pilar, acababa de ingresar a la universidad, y estaba tan harta como yo de mis padres, por lo que, al saber que me iba por un tiempo indeterminado, me había pedido alojamiento, y yo, en un intento de librar su existencia de la mirada adusta de mi madre, le había cedido las llaves de mi “guarida”.

Pilar tenía dieciocho años recién cumplidos, y un carácter muy interesante: nada de rabietas descontroladas, ni gritos a nadie, solo un semblante pacífico que emanaba armonía a cualquiera que estuviese con los nervios a flor de piel.

Es de mi estatura, un metro con sesenta y siete, cabello castaño claro, ojos pardos, casi verdes, tez blanca y contextura delgada. Es muy detallista con su apariencia, aunque no le guste llamar la atención. Adora los libros y el estudio casi tanto como yo, pero su verdadera pasión esta en el arte. Yo siempre he dicho que mi hermana tiene un don muy especial; la capacidad de poner en imágenes las palabras que no dice. Es algo inverso a lo mío. Yo desencadeno historias y poemas con cada sentimiento descubierto en mí, ella los representa.

Siempre nos hemos llevado bien, y a menudo salíamos y trabajábamos juntas. Tenemos una diferencia pequeña de edad; yo tengo veintidós, lo que hace que, al ser dos polos opuestos nos entendamos mejor que nadie. Muy irónico, ¿verdad?

Cada vez que yo peleaba con mi madre, cuando aún vivía en su casa, era ella quien me calmaba y aconsejaba. Fue ella quien ayudo a que yo me independizara pro completo y ahora le estaba devolviendo uno de sus tantos favores.

Mi hermana ingresó a la carrera de Artes Visuales con un puntaje apto para odontología. Es muy estudiosa pero su paz se encuentra en sus bocetos. Era una verdadera lastima no poder pasar mas tiempo con ella, ya que sería una de las pocas personas que extrañaría, pero nos veríamos pronto. La posición social de mis padres nos demandaba un alto ingreso mensual, y a pesar de que ambas habíamos renunciado a todo esto, nuestras cuentas bancarias habían quedado muy bien solventadas, así que le había prometido llevarla a España en sus vacaciones.

Lo único que me preocupaba un poco era que se quedase sola tanto tiempo, a pesar de que le gustaba la soledad tanto como a mí.

“- Así tendré más tiempo para estudiar y hacer lo que quiera – me dijo una tarde cuando le había confesado mis preocupaciones. – además, el departamento es una gran biblioteca, de seguro voy a tener mucho para leer a gusto y obtener inspiración para mis diseños – añadió con una sonrisa.

- Pero y si… - empecé de nuevo un tanto angustiada.

- Esme – me atajó – voy a estar bien. Tu solo preocúpate de divertirte al máximo y de aprovechar tu estadía en España – me sonrió.”

Sí, así era ella. Sabía todo lo que había ocurrido, así que también sabía lo que este cambio significaba en realidad para mí. Lo entendía… el punto era en verdad…

- ¡¿Por qué me siento tan frustrada?! – me pregunté a mi misma.

La única explicación posible era lo ocurrido con aquel misterioso joven. ¿Quién era? ¿Por qué me miró con tanta intensidad? ¿Por qué se disculpó por “interrumpirme”? ¿Me conocía?

Suspiré. Estos días no fueron lo que esperaba, pensé abatida.

Me encontraba recostada una vez mas sobre el sofá de mi departamento, enfurruñada por mi ignorancia. No estaba acostumbrada a no saber o a no “entender” las expresiones de cuantos me rodeaban.

Mi gran pregunta era… ¿Lo vería de nuevo…?

El sonido del timbre me distrajo de mis cavilaciones. Me levanté perezosamente y me encaminé hacia la entrada. Abrí sin mirar y me quedé sorprendida al ver a Pilar en el umbral de mi puerta.

- Hola – saludó un tanto tímida - ¿te molesto?

- Pero qué… - comencé pero su pregunta estúpida me distrajo - ¿Qué pregunta es esa? – Le solté repentinamente molesta – no seas tonta, pasa. – le hice un gesto para que avanzara pero no se movió. Había dos maletas a sus pies.

- ¡Oh! –Exclamé aun más sorprendida – ya veo, peleaste con mamá, ¿verdad?

- Ya no pude contenerme – me dijo radiante y orgullosa aunque un poco avergonzada.

- ¡Bienvenida a casa! – le dije y la abracé.


Se despide....Darkangel


sábado, 6 de diciembre de 2008


Hola a todos...se que los he tenido muy abandonados, pero he tenido un par de problemillas... y de todos modos, me gustaria enseñarles algo mas de lo que escribo...asi que aqui les dejo una de mis ultimas creaciones...espero les guste. Adios

Visita de un Ángel

- ¿Quién eres? – pregunté miedosa

- Silencio, asombro y risas – respondió cautelosa

- ¿Qué eres? – pregunté confusa

- Un sueño – respondió y una sonrisa

- ¿Qué quieres? – dije indecisa

- Tu vida – dijo, y otra sonrisa

- ¿Muerta me quieres? – pregunté asustada

- Viva te quiero – y una risotada

- Entonces no entiendo – dije abrumada

- Nadie lo hace – dijo confiada

- ¿Qué puedo hacer? – pedí suplicante

- Sólo reír – dijo vacilante

- ¿Solo eso? – pregunté desconfiada

- Eso y lo que quieras – me dijo, cansada

- ¿Por qué has venido? – pregunté nerviosa

- ¿Por qué me has buscado? – preguntó graciosa

- Yo no te he llamado – dije segura

- Tu corazón lo ha gritado – dijo sin dudas

- ¿Cómo es posible? – pregunté aturdida

- Como tú desconfías de quien te mira – dijo tranquila

- No me gusta confiar – dije apenada

- Pero debes amar – debatió su mirada

- Ya no creo en el amor – dije muy triste

- Pero crees en Dios – dijo impasible

- ¿Cómo lo sabes? – pregunté exaltada

- De no ser así, no estaría aquí sentada – dijo calmada

- ¿Quién eres? – pregunté de nuevo

- Tu ángel- dijo sin miedo

- ¿A qué has venido? – pregunté confusa

- A traer tu vida…y llevarme tú angustia…


Se despide, Darkangel

jueves, 13 de noviembre de 2008

¡¡Capítulo nº 3!!


Bueno, aqui les dejo el tercer capítulo, y les tengo buenas noticias, en unos dos capítulos mas les dejo el original ^^


espero que lo disfruten...y no olviden votar por favor.


Capítulo III:

Sueños

Cada vez se volvía mas insoportable la idea de abandonar mi conciencia por unas pocas horas de sueño. Había dejado este hábito por más de un mes y mi cuerpo ahora me estaba pasando la cuenta.

Al principio, (quiero decir, solo unos pocos días después de tu muerte), lo único que podía hacer era sumirme en una nube abrumadora, a la deriva en mi subconsciente. No pude conciliar el sueño hasta pasados tres días, y entonces deseé no haberme rendido tan pronto.

Estábamos en una playa, al norte del país. Caminábamos por la orilla cogidos de la mano, pero cuando volteaba para verte, ya no estabas ahí. Me encontraba sola en la inmensidad del litoral, y toda esa felicidad que me había embargado al inicio, se había vuelto angustia por no saber dónde encontrarte… Gritaba tu nombre a más no poder y tú no aparecías. Entonces, distinguí tu silueta contra las sombras que proyectaban los árboles cercanos, aunque cada vez con menor nitidez.

Volvía a llamarte con desesperación.

- ¡Espera, por favor! – gritaba – no me dejes sola…

Comenzaba a llorar cuando ya no podía verte y había transcurrido bastante tiempo cuando escuché tu voz…

- Cariño, despierta – oí que me decías con voz dulce – solo ha sido un mal sueño.

- ¿Dónde estás? – pregunté confundida - ¿por qué no te veo?

- Estoy muy cerca de ti – respondiste – pero aun no es el momento para que me veas.

- ¿El momento? ¿A qué te refieres?

- Cuando estés lista y seas capaz de recordarme sin dolor, será entonces cuando me verás – me aclaraste con amabilidad.

- Pero quiero verte ahora – repliqué - ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste? ¿Es que ya no te acuerdas de la promesa que me hiciste?

Hiciste caso omiso de mis preguntas, dejando un incómodo silencio entre nosotros. Una espesa niebla rodeaba todo cuanto alcanzaba a ver.

- Solo ten un poco de paciencia, cariño – hablaste nuevamente con esa voz tuya tan reconfortante – ya falta poco para que podamos estar juntos una vez mas. Sólo quiero que sepas que jamás te he dejado; si tu sufres yo lo hago también… - tu voz se volvió débil y angustiosa – No creí que esto fuera tan difícil, pero aún así debes esperar. Ahora despierta, cielo, despierta…

Ya no pude oír nada más. Tu dulce voz se había esfumado al mismo tiempo que la neblina, entonces me encontré recostada en el sofá de mi departamento. Me tomo un par de minutos asimilar que todo había sido un sueño. Un sueño que parecía muy…real.

Desde entonces, intentado por todos los medios, no dormir. Era algo bastante complicado, ya que llorar todas las noches agotaba más de la cuenta. Además debía mantener una constante lucha interna entre mi conciente, que decía que no quería seguir sufriendo, y mi subconsciente, que se oponía a mi lógica y decía que lo que de verdad quería, era verte.

Por eso, durante todo el mes siguiente a tu fallecimiento, experimenté una gran diversidad de sueños hermosos en su comienzo pero horribles en su fin. Recuerdos en su mayoría de los días felices en que aun estábamos juntos. Lo único que se mantenía igual, era tu hermosa voz diciéndome que era el momento de despertar.

Ahora ya se contaban más de dos meses desde lo ocurrido, así que me era más fácil reconocer aquellas partes que no habían variado en mis sueños, y que ya me sabía de memoria. Pero esta noche algo cambió.

Se estaba repitiendo mi primer “encuentro”. Todo lo precedente a tu voz seguía igual, aunque cuando me hablaste, no lo hiciste para que despertara…

- Hola, amor – tu voz se escucho a mis espaldas, aunque no me atreví a voltear.

- ¿Qué ocurre? – pregunté confusa – esto es distinto…

- ¿Recuerdas lo que te dije? – preguntaste - ¿aquello de que me verías cuando estuvieras lista?

- Lo recuerdo, pero qué… - no sabía como reaccionar. Sabía que estabas a detrás de mi, pero no me moví para verte.

- ¿Qué pasa, cielo? – me dijiste confuso - ¿Es que acaso no quieres verme?

- No es eso – te dije en un murmullo – es solo que… no he hecho nada diferente.

- ¡Oh! Ya lo creo que sí – tu voz sonó mas animada - ¿Necesitas que te refresque un poco la memoria?

Asentí con la cabeza, incapaz de hablar y creí escuchar una pequeña risita.

- Esta tarde, – comenzaste – cuando estabas cocinando, te percataste de algo que te hizo recordarme, pero no de la manera en que lo haces siempre. Tus ojos no se llenaron de lagrimas y tu rostro no perdió su color – explicaste con una nota de emoción – al contrario, una sensación que percibía desde hace mucho te embargó por completo y… - pensé que estabas sonriendo por tu tono – sacaste a la luz esa parte de mi que tanto te gustaba.

Seguí sin decir nada, incapaz de articular palabra alguna dentro del mar de emociones que sentí al recordar todo lo que me estabas detallando.

- Te prometí que me verías cuando fueras capaz de recordarme sin dolor, y aquí estoy – me dijiste con una impaciencia contenida.

- No puedo hacerlo – murmuré.

- Si puedes, cariño – replicaste con ternura – solo date la vuelta.

Hice lo que me pidió y quede aun más petrificada de lo que estaba antes. Ahí estabas tú, radiante de alegría, con los brazos extendidos hacia mí, pero yo no acudí; algo me detuvo.

Ahora solo miraba tus ojos. No podía evitarlo, eran los ojos más bellos que había visto nunca, perfectos, con ese matiz de azul profundo tan particular. Una mirada sincera y llena de anhelo llegó hasta mí, que continué inmóvil.

- ¿Qué ocurre, amor? – me preguntaste confuso dejando caer los brazos a los costados - ¿Qué…?

Pero alcé mi mano para interrumpirte. Había caído en la cuenta del por qué tus ojos me resultaban distintos, pero tan extrañamente familiares.

- Tú eres… - empecé, pero la sorpresa de mi conclusión me sacó bruscamente de mi inconsciente y desperté.

Estaba sudando y había lágrimas en mis ojos. Mi respiración estaba agitada y dificultada por una puntada en mi pecho debida a la hiperactividad de mi corazón.

Mi sobresalto había tirado la bandeja de la cena al suelo, pero no me molesté en recogerla. Miré hacia el reloj despertador que estaba se encontraba sobre la mesita de noche. Eran las siete y media de la mañana, demasiado temprano para ser día sábado. Me reí de mi pensamiento, sabía que no podría volver a dormir, no después de lo que había visto en mi sueño… porque había sido un sueño… ¿verdad?

Después de tanto tiempo deseando verte, ahora deseaba que no hubiese ocurrido. Me sucedió lo mismo que con el joven del autobús pero en proceso inverso. Le había visto a “él” en “tus” ojos.

- ¡Ya lo tengo! – me dije a mi misma – tengo que canalizar todas estas emociones y pensamientos de algún modo. No puedo seguir creyendo que “hablo” contigo. ¡No me dejas privacidad! – reí – así que te voy a escribir… sí, haré que todo esto que siento quede impreso en papel y podré empezar a tomarme un poquito en cuenta, estoy demasiado a la deriva.

Ya tomada mi decisión, me levanté de un salto de la cama y preparé mis cosas para empezar mi día con una energía renovada, con una nueva “yo”…


Se despide,
DarkAngel.

jueves, 6 de noviembre de 2008

¡¡Capítulo nº 2!!


Hola de nuevo a todos mis fieles seguidores...bueno, lamento haberlos echo esperar, pero la demora terminó. Espero les guste, disfrútenlo, y no olviden votar!! Saludos!!



Capítulo II:


Tus ojos, Tu voz


No podía seguir en el mismo estado por más tiempo. Me estaba matando yo sola.

Han pasado ya dos meses desde que me dijiste te amo por última vez. Dos meses de tormento continuo. Dos meses de pesadilla.

Suspiré. “No me doy tregua” pensé de forma cansada.

Conozco a la perfección los motivos que te llevaron a tomar semejante decisión y aun así no logro quitarme este sentimiento de culpa de encima. Es esa extraña sensación de que hay algo más, algo que me he pasado por alto. Algo que tú sabías y que no me dijiste.

Pensar en tu…muerte, es algo que aún se siente como una espada atravesada en mi pecho. Lo que no significa que, por el solo hecho de pensar en ello, lo haya asimilado, y mucho menos superado. Es algo en lo que trabajo día a día, aunque cada vez con menos fuerza…

- ¿Me das permiso, por favor? – me dijo una suave y profunda voz varonil, muy amable.

Me costó un par de segundos reaccionar ante la petición, ya que una vez mas había caído en lo mismo; había estado hablando conmigo, bueno, en realidad no hablaba conmigo, si no contigo.

- Claro, disculpa – dije distraídamente pero sin verlo en verdad.

- Gracias – respondió enfatizando la palabra y de manera tan extraña que me obligué a alzar el rostro para ver de dónde provenía aquella voz tan terriblemente familiar – lamento haberte interrumpido – se disculpó.

Lo dijo como si supiera que había interrumpido mis cavilaciones. Una sonrisa encantadora asomó en su rostro, y sus ojos fueron cálidos, casi conocidos.

Me quedé atónita frente a aquél joven que, según creía, había estado sentado junto a mí por más de una hora.

Apartó su mirada de mí y aún sonriendo levemente, se bajó del transporte.

Aún no me recuperaba de mi extraña sensación de déjà vu, cuando el autobús se detuvo bruscamente y me di cuenta de que ésa era mi parada. Me sobresalté y salí muy rápido de mi asiento para poder bajarme.


A pesar de saber que era innecesario seguir dándole vueltas al asunto, que tenía cosas más importantes de las que preocuparme, no podía dejar de pensar en el joven del autobús…

Me encontraba tendida en el sofá de mi departamento entre torres de cajas embaladas. Aún me quedaban muchas cosas por empacar y el tiempo, ¡el maldito tiempo!, se me estaba pasando muy deprisa. Sólo me quedaban tres días.

Este viaje lo había planificado contigo, iba a ser algo así como una mezcla entre “Luna de Miel” y “Turismo Productivo”, pero luego de lo ocurrido hace ya dos meses, lo había transformado en algo definitivo. Me mudaba a España permanentemente. Una decisión demasiado reciente…

- No puedes seguir actuando como un robot – dijo mi madre una tarde en su casa cuando, de manera mecánica, había pasado a visitarla como todos los martes.

- No sé a que te refieres – respondí con voz monótona.

- Durante estos dos meses has hecho lo mismo todos los días – me dijo perdiendo un poco la paciencia ante mi indiferencia – no dejas ningún momento libre para descansar, no te he visto sonreír, no lees desde hace mucho, no has escrito nada, ¡no sé que diablos te pasa, tú no eres mi hija!

Cierto. Mi madre no tenía la menor idea de lo que pasaba, sólo mi hermana estaba enterada y algo en mi decía que si le hubiese contado, aunque pareciese inhumano, se habría alegrado.

Así eran las cosas, nunca te quiso, siempre te miró como si no fueses de este planeta. Ella y mi padre, malditos clasistas aristócratas. Incapaces de ver mas allá de lo que el dinero pueda comprar.

- No quiero hablar de mi, mamá – repliqué con voz cansina – mejor dime cómo está papá.

- Esme, me lo preguntaste en cuanto llegaste – respondió mi madre amablemente.

- Oh!, vaya… ¿y tú, qué has echo? – intenté entablar conversación aunque no estaba segura de lo que estaba diciendo.

- ¿Qué he hecho desde el martes pasado? – preguntó con sarcasmo y enarcando una ceja – Bien, veamos… no estoy segura – comentó con una desagradable mueca - ¿Pasar toda la semana intentando hacer que reacciones de una buena vez?

Estaba más que claro, habíamos tenido esta conversación en mas de una oportunidad. Quizás en “varias” oportunidades, y aún así no se me ocurría qué “decir”.
Tú ocupas toda mi mente desde que tu mano soltó la mía.

“¡Basta! - me dije a mi misma- te has vuelto un cadáver andante, debes hacer algo, pero hacerlo ¡ya!”

- ¿Sabes, mamá? – Dije de pronto con una nota de emoción en mi voz que no se le pasó por alto – creo que tienes razón – continué mis cavilaciones en voz alta – he cambiado mucho durante este tiempo, necesito hacer algo.

- Cielo, ¿estás bien? – preguntó mi madre sorprendida y preocupada a la vez.

- Sí, mamá, creo que es el momento adecuado para retomar los planes de mi viaje a España – le dije sonriendo por primera vez en dos meses.

Mi madre se quedó atónita ante mis palabras, y más aún ante el cambio efectuado en mi voz. Me miró con recelo.

- ¿Estás segura de que es “eso” lo que quieres? – preguntó.

- Desde hace “meses” que no estaba tan segura de algo – le volví a sonreír y su sorpresa fue en aumento.


Han pasado ya tres semanas desde que tuvimos esa pequeña charla. Desde que por fin tuve algo claro.

Sonreí en silencio al recordar la expresión estupefacta de mi madre. Era cierto, hacía mucho que no me interesaba por nada. Lo que me traía de vuelta a…

- ¿Quién habrá sido ese joven? – me dije en voz alta – me miró de una manera tan familiar… y su voz… habló como si supiese que había interrumpido mis pensamientos… Ah! – suspiré.

Un reclamo proveniente de mi estómago, me hizo voltear hacia la pared en la que se encontraba el reloj. Eran casi las diez de la noche, por lo que llevaba mas de dos horas tendida en el sofá.
Me dirigí a la cocina y se me antojó comer algo dulce, por lo que comencé a reunir ingredientes para prepararme unos panques.

Coloqué un CD de mis danzas favoritas y empecé a cocinar.

Estaba de un ánimo inusualmente bueno; me movía al ritmo de la música y coreaba los estribillos.

Fue en ese entonces cuando caí en la cuenta del por qué me había molestado tanto la sensación de déjà vu que me había ocasionado el joven del autobús. Sus ojos eran idénticos a… los tuyos.

El mismo matiz de azul profundo, el atisbo de una alegría controlada, la sensación de saber qué pensaba. Todo. Esa era "tú" mirada.

Y ése tono tan peculiar en su voz… era el "tuyo".

Me quedé plantada en medio de la cocina, inmóvil, con la sartén en la mano y sobre el fuego de la cocina.

El olor a quemado me indicó que había perdido un panque. Maldije en voz alta, pero eso no cubrió por completo la analogía que acababa de formular. Tenía que verle de nuevo. ¿Pero, cómo? Estaba a tres días de abandonar el país, ¡era imposible!

Archivé cuidadosamente este presentimiento en mi baúl mental y me dediqué a seguir disfrutando de mi arranque de alegría espontánea.

Solo me quedaba una cosa mas por hacer aquí, encontrarle.




Se despide afectuosamente a ustedes,


DarkAngel.

jueves, 23 de octubre de 2008

¡¡Capítulo nº 1!!


Bueno, aqui les dejo el primer capítulo de mi libro tal y cual se los prometí. Y les pido perdón porque se que me demoré mas de la cuenta, pero he tenido unos cuantos imprevistos.

Ah!...también les quería informar que el documento que dejo aqui no es el original, ya que como le explicaba a algunas personas...aun no he reservado los derechos del autor, y no me puedo arriesgar a que me quiten la autonomía; asi que si lo encuentran corto, es porque está un tanto resumido. Pero no se preocupen, en cuanto haga el tramite, les dejo los originales.

Espero que les guste, y no olviden dejar sus votos!

Saludos de,

Darkangel.
Capítulo I:
Adiós


- ¿Qué fue lo que le hiciste a mi corazón? -

Esa fue tu última pregunta.

Nunca te habías interesado por nadie. Nunca habías besado a nadie. Nunca te habías enamorado.

Cuando posé mis ojos en ti, algo en mi intuyó que seria complicado, casi imposible, pero eso no me bastó. Te quería a ti, no a tu familia. Poco me importo que, bajo toda la ética y moral existentes, lo nuestro no pudiera hacerse realidad.

¿Sabes? Cuando te vi por primera vez, me llamo mucho la atención ese aire misterioso que te rodeaba, eso de no contarle lo que te pasaba a nadie; siempre alegre pero con una extraña tristeza en tus ojos. Lo que llevo a preguntarme, por qué sufrías tan silenciosamente.

Era increíble ver la cercanía que tenias conmigo, cuando tu interés jamás había pasado de ser cortesía con nadie.

Pero para mi, el hacer cosas mas que inevitables esta en mi naturaleza. Por más que lo intente, la aventura del peligro siempre me encuentra. Y eso sin tomar en cuenta que soy muy miedosa. Aunque la adrenalina es algo incomparable. Verte a ti no como lo que eras, si no como un hombre mas, fue una de esas cosas. Estaba más que claro que yo no me podía fijar en ti. Era una locura bajo cualquier término. Y aun así, lo hice; pose mi vista en ti y ya nada volvió a ser como antes.

Claro que tú tampoco ayudaste mucho. Siempre pendiente de mí, observándome, ayudándome cuando era necesario, con una atención silenciosa.

Para variar, no me percate de nada anormal en todos tus movimientos hasta después de que fue más que evidente tu interés por mí. Después de mucho tiempo. Un tiempo que según creo, avanzo demasiado deprisa.

El tiempo para mí transcurre de manera distinta a la del resto de las personas. No es cosa de ver un reloj y apreciar cada paso que dan las manecillas de éste, trato por lo general de evitar los malos momentos, haciendo que pasen mas deprisa y deteniéndome en aquellos que son gratificantes para mi. Hermosas situaciones que no se repetirán. Así, lo único que a mi parecer marca el paso del tiempo en mi vida, son esos momentos especiales que no volverán jamás por mas que intente repetirlos.

Nuca te amaré de nuevo de la manera en que lo hice, y tampoco volveré a extrañarte de la forma en que lo hago ahora.

Sentirás que cada palpitar de tu corazón es una agonía constante, que arrastra consigo miles de puñales especializados para atacar cada parte de cuerpo, que incluso las sonrisas de esas personas que tanto quieres te duelen como si fuesen dardos clavados en ti.

Sentirás como cada partícula de tu ser arde al rojo vivo y que tu voz se desgasta por los gritos de ayuda desesperados que lanzas al mundo sin resultado alguno. La sola mención de su nombre bastará para hacer trizas las frágiles paredes de cristal que has erigido para ocultarte del sufrimiento que te provoca el recuerdo.

Sentirás que tus ojos se humedecen cada noche hasta soltar todas esas lágrimas que no has llorado en presencia de nadie, sin darte respiro alguno. Llegaras a creer que todo va bien, cuando tú sabes que no es así.

Harás ver a tus amigos que lo has superado. Practicarás una sonrisa falsa y actuarás por inercia frente a las personas que rodean tu mundo. Un Mundo que desapareció cuando él lo hizo. Un mundo que murió junto a él, porque tu mundo era él. Toda tu vida giraba en torno a la suya. Si te miraba, te hablaba o simplemente te rozaba la piel. Todo. Todo era un signo de complicidad entre tu corazón y el suyo.

Volverás a fingir una alegría que no alcanza a tus ojos. Te perderás en la inmensidad del océano en un intento desenfrenado de recordar la profundidad de su mirada.

Admirarás a un ave por poder volar libre, lejos de todo el dolor y el sufrimiento. Intentarás, con todo tu ser, recordar el tono de su voz, la agilidad de sus movimientos.

Sentirás pavor al pensar que lo podrías llegar a olvidar, que serás inconsciente cuando tu mente no logre darte aquellos detalles que tanto te gustaba observar.

Todo tu ser, tu alma, tu cuerpo reclamará por él. Lo amaste a él en toda su integridad. Tú vida valía porque existía su vida. Era tu soporte, tu pilar. La luz de un faro en medio de la niebla que rodeaba tu existencia.

Todo esto y más es lo que sentirás cuando te atraviesen el corazón con una noticia nefasta como estocada. Veras toda tu vida como una película.


Cuando su corazón se detuvo, el mío lo hizo también…

--- o ---

Ya no soy capaz de sentir entusiasmo alguno por nada, no como antes. Mi cuerpo está completamente vacío. Siento que me desarmo a ratos, como también me siento desfallecer al recordarte. No puedo seguir así.

Abandonaste tu vida cogido de mi mano, en el sentido más literal que existe, dejándome completamente desolada.

- Ahora jamás estarás sola – me dijiste haciendo un esfuerzo supremo para poder hablar – seré tu angelito guardián y te protegeré siempre. Ésta es la única ruta que me queda para poder estar contigo. No te preocupes más por mí, solo quiero que seas feliz, y cuando llegue tu momento, estaré esperando por ti para abrirte las puertas del cielo.
“No debes renunciar, mi vida – dijiste dulcemente mientras alzabas una mano y acariciabas mi rostro – recuerda que todo lo que quieres estará ahora contigo. Lucha por salir adelante, yo sé que vas a poder, eres mas fuerte de lo que crees, estoy seguro de que encontrarás al hombre indicado, que él te hará feliz y que llenará todo el vacío que ahora dejo yo en ti…
“Ya no llores mas, cariño, que cada lágrima tuya aumenta mi agonía…”

Te detuviste al ver como yo negaba con la cabeza y sin articular palabras te decía que vivirías…

- No cariño, no viviré – replicaste al ver mi negativa – sé lo que ocurrirá cuando cierre los ojos y de verdad que estoy preparado. Sólo necesito que me prometas algo antes – me miraste con intensidad – debes prometerme que seguirás adelante con tu vida, que nada te hará sucumbir y que no adelantarás el momento de nuestro reencuentro.

Asentí con el rostro anegado en lágrimas y aún sosteniendo tu mano. Sonreíste.

- Aún veo en ti a la mujer de la que me enamoré. Está oculta en tus ojos, esperando a mi señal para salir de nuevo a la luz.

Te miré con añoranza y súplica en mis ojos. No quería que te detuvieras, quería que continuaras hablando, porque sabía que cuando pararas todo abría acabado.

- No estés triste, amor, ya pronto acabará – prometiste – aunque aún me queda algo por hacer… - levantaste tu mano una vez mas y acercaste la mía a tu rostro para ver de cerca aquel anillo que llevaba en el dedo anular de la mano izquierda, un anillo que me habías regalado tu en el día mas especial de mi vida. Una tierna sonrisa apareció en tu rostro, cuando ocultaste las tres gemas carmesí dejando solo la banda lisa de oro a la vista. – Llévalo así por tres días, y luego el ciclo estará completo… intenta no quitártelo, ¿si?

Mi expresión, llena de confusión en un principio, se colmó de sorpresa ante estas palabras. “¿Ah?”

- Es lo que demoraré en ir y volver, para entonces, nuestro compromiso será oficial más allá de los límites terrenales. Recuerda que aun estamos casados, lo que no te impide involucrarte con otras personas – dijiste con una mueca – hasta k nos veamos de nuevo – añadiste al ver mi gesto de horror, dedicándome una mirada dulce y una sonrisa traviesa – me darán muchos celos, es cierto, pero será el precio que tendré que pagar por estar contigo para siempre. Solo déjalo en mis manos.

Tú voz se debilitaba con cada palabra que pronunciabas, al igual que las pulsaciones de tu corazón.

Una sombra de dolor y tristeza cruzo tu semblante sereno. Me asusté más de lo que ya estaba y aferré aun con más fuerza tu mano.

- Perdóname – me dijiste con ojos suplicantes pero aun con cierta calma – es de cobardes lo que estoy haciendo, pero no te puedes ni imaginar lo que sentí cuando me vi despojado de ti, de tu esencia, de tu mirada… - te mire enfadada, por lo que te corregiste rápidamente – vale, creo que te lo imaginas. Pero entiéndeme, mi vida eres tú y haría lo que fuese por verte feliz. Esto es lo mejor para los dos. Dentro de poco lo entenderás. – Sonreíste de nuevo – pero por favor, perdóname… - esperaste hasta que asentí levemente con la cabeza, las lágrimas volvían a bañar mi rostro y me era imposible articular palabra. – Gracias.

Me miraste por los que parecieron los segundos mas largos de mi vida. De un modo extraño pero bello, el alivio llegó a tus ojos hasta alcanzar el punto de la alegría.

Me incliné hacia ti para besarte suavemente en los labios. El gusto amargo de la despedida impregnó este acto.

Entrelazaste tus dedos con los míos, al tiempo que murmurabas por última vez:

- …Te amo… -


--- o ---



Oí un sonido agudo y constante. Fue lo único que me indicó que no volverías a hablarme nunca más, que no volverías a mirarme nunca más.

En ese mismo momento, el tiempo se detuvo.

Mi respiración se cortó, mi corazón dejo de latir, mis ojos soltaron sus muestras de dolor, de anhelo. Todo había acabado. Ya no podría sentir nada más. Solo sentiría esa opresión en el pecho, una opresión tan fuerte que pareciera que quisiese abrirse paso a través de mi piel y allanarse en una llaga eterna.

Él ya no estaría ahí para escucharme, para decir te amo.

Él…había muerto.

jueves, 2 de octubre de 2008

"Cartas a un Ángel"


Bueno, les prometi que dejaría impreso aqui lo que ahora es mi libro... asi que les dejo el prefacio para que lo lean. No olviden votar si quieren que continue publicandolo, si es que les gusta.

¡¡Gracias!! ^^


Nombre del libro: Cartas a un Ángel


Prefacio

Saber que estás enamorada, muchas veces no es un motivo de alegría, si no más bien de temor y angustia.

Querer a alguien desenfrenadamente, es algo que solo se da. Sucede y ya.

Nadie puede decidir cuándo enamorarse.

Nadie puede decidir de quién enamorarse.

Pero cuando eso ocurre, ¿Cómo sabes que esa persona es la indicada? ¿Cómo sabes que nunca nada ni nadie los podrá separar?

“No hay nada más poderoso que la fuerza del amor”- han dicho muchos; y aun así, la muerte es una de esas fuerzas supremas.

¿Qué podría ocurrir si te llegas a dar cuenta de que tu amor va mas allá de todo limite terrenal?

¿Qué pasaría si te enamorases… de un ángel?


Espero que les haya gustado.
Se que es un poco corto, pero si fuese mas largo, le quitaria la emoción a lo que sigue.

Saludos a todos,


Darkangel