"...no quiero que vuelvas a derramar una lágrima por mi causa..."
"...esta vez seré yo quien se aleje..."
"...esta vez seré yo quien se aleje..."
Esto es un sueño, ¿verdad? No puede ser cierto. A lo único que me había limitado era a confesarle mis temores, mis dudas, pero al momento de colgar el teléfono y luego de revisar mi email, me encuentro con estas frases... Palabras que resuenan en mi interior como los truenos en una tormenta.
Tengo frío... estoy envuelta en varias mantas, y aún así, sientoque un frío inmenso, como una brisa de invierno, se expande desde mi pecho, se filtra en mis venas y me aturde los sentidos. No puedo parar de temblar. Tengo miedo, pero ¿de qué?
Recuerdo haber estado frente al computador, petrificada, inmóvil por la sorpresa. No lo quería creer... sigo sin querer... aquél que tanto amor me juró... no, él no había escrito ese correo, era imposible. ¿Cómo, después de tanto amor y cuidados, habría querido herirme de ese modo? No lo acepto.
Ni siquiera quiero moverme. No recuerdo cómo he llegado a mi cama. Mi primo debió traerme. Debió preocuparse. Qué cruel soy, él preocupado por mi y yo sin abrir la boca. Sin decir una sóla palabra.
Escucho voces lejanas. ¿Quién es? Creo que se están acercando... murmuran cosas confusas... ¿qué quieren?
Una mano muy fría se posa en mi frente y logro entender o que dice: "La fiebre sigue aumentando". Esa voz se oye agustiada...
Otra persona se acerca. Creo. Siento unos dedoamables bajo mis ojos, luego un pañuelo fino, ¿qué es lo que está haciendo?
"No ha parado de llorar en horas" susurró la voz de unajoven afligida.
"¿Llorar? ¿Quién llora? ¿Es acaso que alguien siente tanta tristeza, tanto dolor como para llorar en frente de tanta gente?" Pobres, no saben lo que es sufrir.
Me estremecí con ese pensamiento e intenté volver a mis cavilaciones iniciales, pero... ¿por qué me molesta la compañía de estas personas? Quizás... quizás sea yo quien derrama lágrimas sin parar...
No me quiero voltear. No quiero ver sus rostros.
De nuevo la voz de esa joven: "No deja de repetir lo mismo"
¿Qué? ¿que yo repetía qué? "No me dejes sola..." respondió la primera mujer.
"Llegó el doctor" anunció mi primo. Para qué querían a un doctor, ni idea, pero ahí estaba, haciendo preguntas, examinándo lo que quedaba de mi cuerpo.
"Se está apoderando de mi...", pensé, que alguien me quite esta bruma de los ojos, no logro sentir nada... Las voces se vuelven a alejar, mis párpados me pesan, mas sin embargo, mis ojos no han dejado de soltar aquellas muestras de dolor.
Lo último que supe, fue que algo punzante se clavó en mi antebrazo derecho. ¿Qué era? ya lo averiguaría mas tarde, ahora, el cansancio me consumía.
"No me dejes sola...", pensé antes de rendirme.
Ya no tengo voluntad de nada. Supongo que me inyectaron para que me calmáse, pero ni con eso pude descansar. Mo volteé. Unos ojos ansiosos me observaban. Era todo cuanto alcanzaba a distinguir, el resto, se vió empañado por una brillantez titilante. Mis ojos se humedecían nuevamente. Aquella persona, se había alejado de mí, había decidido no hacerme sufrir más, pero él no entendía. Aún no entiende que su ausencia me duele. Que se me atraviesa como un puñal en medio de un corazón inexistente. Se había ido, llevandose con él el aire... la vida. Ahora estaba vacía.
"¿Qué hora es?", murmuré.
"Las dos de la tarde", contestó una voz a mi lado, supongo que la dueña de esos ojos tan ansiosos.
Intenté incorporarme de la cama. Tenía que ir... tenía que intentarlo... debía hacer que volviera...debía...
Un paño húmedo resbaló de mi frente, "¿Qué haces?", preguntó la voz, "Recuéstate. No puedes levantarte"
"No entiendes", regañé, "Tengo que ir, tengo que explicarle..."
"No puedes hacer nada. Aún estás con fiebre. Has estado temblando toda la noche y no has dejado de murmurar cosas. No puedes salir en ese estado" , me regañó la voz.
"Véte", le dije indiferente. Al parecer esa simple palabra le dolió, porque pude oír como salía de la habitación. Escuché atentamente, no se oían pasos en ninguna parte. La joven que había estado cuidándome ya se había marchado. Dejé pasar unos minutos. Un sonido repentino me sobresaltó, unas campanas provenientes de mi telefono. Desactivé la alarma y lancé lejos el aparato. Sabía que era hora de mis medicamentos, pero no importaba. Nada importa ya...
Mi prima no tardaría en volver, así que me levanté lentamente y bajé las escaleras. Tenía nublada la vista y creí que las piernas no me aguantarían, mas, logré llegar al teléfono de la casa. Marqué y esperé.
"¿Aló...? ¿Aló? ¿¿Aló??", esa voz sonaba molesta. Colgó.
Me quedé helada, pensando sin pensar. Viendo sin ver nada en realidad.
Decidí volver a marcar pasados unos segundos. Esperé. "¿Aló?". Dudé. "¿Estás ocupado?", pregunté casi sin voz. "Sí". Silencio. "Está bien, adiós", murmuré con ahogada. "Adiós".
Me tambaleé y me afirmé a la mesa que estaba a mi lado. Mis ojos, llenos de lágrimas nuevamente, se negaban a parpadear. Subí sin ganas, me senté en la cama y me quedé contemplando mi habitación. Me detuve en un par de peluches que estaban sobre una de las almohadas...Ya sin poder contenerlas mas, mis lágrimas comenzaron a caer.
No era cierto, no podía serlo. "No me dejes sola, por favor... no ahora... te necesito... si no estás aquí, no soy nada, no podré seguir viviendo..."
Me recosté en la cama y me aovillé lo mas que pude. Sin dejar de llorar, me volví a dormir, sin intenciones de volver a despertar...
"¿Es esto... lo que se siente...al morir...?"
Tengo frío... estoy envuelta en varias mantas, y aún así, sientoque un frío inmenso, como una brisa de invierno, se expande desde mi pecho, se filtra en mis venas y me aturde los sentidos. No puedo parar de temblar. Tengo miedo, pero ¿de qué?
Recuerdo haber estado frente al computador, petrificada, inmóvil por la sorpresa. No lo quería creer... sigo sin querer... aquél que tanto amor me juró... no, él no había escrito ese correo, era imposible. ¿Cómo, después de tanto amor y cuidados, habría querido herirme de ese modo? No lo acepto.
Ni siquiera quiero moverme. No recuerdo cómo he llegado a mi cama. Mi primo debió traerme. Debió preocuparse. Qué cruel soy, él preocupado por mi y yo sin abrir la boca. Sin decir una sóla palabra.
Escucho voces lejanas. ¿Quién es? Creo que se están acercando... murmuran cosas confusas... ¿qué quieren?
Una mano muy fría se posa en mi frente y logro entender o que dice: "La fiebre sigue aumentando". Esa voz se oye agustiada...
Otra persona se acerca. Creo. Siento unos dedoamables bajo mis ojos, luego un pañuelo fino, ¿qué es lo que está haciendo?
"No ha parado de llorar en horas" susurró la voz de unajoven afligida.
"¿Llorar? ¿Quién llora? ¿Es acaso que alguien siente tanta tristeza, tanto dolor como para llorar en frente de tanta gente?" Pobres, no saben lo que es sufrir.
Me estremecí con ese pensamiento e intenté volver a mis cavilaciones iniciales, pero... ¿por qué me molesta la compañía de estas personas? Quizás... quizás sea yo quien derrama lágrimas sin parar...
No me quiero voltear. No quiero ver sus rostros.
De nuevo la voz de esa joven: "No deja de repetir lo mismo"
¿Qué? ¿que yo repetía qué? "No me dejes sola..." respondió la primera mujer.
"Llegó el doctor" anunció mi primo. Para qué querían a un doctor, ni idea, pero ahí estaba, haciendo preguntas, examinándo lo que quedaba de mi cuerpo.
"Se está apoderando de mi...", pensé, que alguien me quite esta bruma de los ojos, no logro sentir nada... Las voces se vuelven a alejar, mis párpados me pesan, mas sin embargo, mis ojos no han dejado de soltar aquellas muestras de dolor.
Lo último que supe, fue que algo punzante se clavó en mi antebrazo derecho. ¿Qué era? ya lo averiguaría mas tarde, ahora, el cansancio me consumía.
"No me dejes sola...", pensé antes de rendirme.
Ya no tengo voluntad de nada. Supongo que me inyectaron para que me calmáse, pero ni con eso pude descansar. Mo volteé. Unos ojos ansiosos me observaban. Era todo cuanto alcanzaba a distinguir, el resto, se vió empañado por una brillantez titilante. Mis ojos se humedecían nuevamente. Aquella persona, se había alejado de mí, había decidido no hacerme sufrir más, pero él no entendía. Aún no entiende que su ausencia me duele. Que se me atraviesa como un puñal en medio de un corazón inexistente. Se había ido, llevandose con él el aire... la vida. Ahora estaba vacía.
"¿Qué hora es?", murmuré.
"Las dos de la tarde", contestó una voz a mi lado, supongo que la dueña de esos ojos tan ansiosos.
Intenté incorporarme de la cama. Tenía que ir... tenía que intentarlo... debía hacer que volviera...debía...
Un paño húmedo resbaló de mi frente, "¿Qué haces?", preguntó la voz, "Recuéstate. No puedes levantarte"
"No entiendes", regañé, "Tengo que ir, tengo que explicarle..."
"No puedes hacer nada. Aún estás con fiebre. Has estado temblando toda la noche y no has dejado de murmurar cosas. No puedes salir en ese estado" , me regañó la voz.
"Véte", le dije indiferente. Al parecer esa simple palabra le dolió, porque pude oír como salía de la habitación. Escuché atentamente, no se oían pasos en ninguna parte. La joven que había estado cuidándome ya se había marchado. Dejé pasar unos minutos. Un sonido repentino me sobresaltó, unas campanas provenientes de mi telefono. Desactivé la alarma y lancé lejos el aparato. Sabía que era hora de mis medicamentos, pero no importaba. Nada importa ya...
Mi prima no tardaría en volver, así que me levanté lentamente y bajé las escaleras. Tenía nublada la vista y creí que las piernas no me aguantarían, mas, logré llegar al teléfono de la casa. Marqué y esperé.
"¿Aló...? ¿Aló? ¿¿Aló??", esa voz sonaba molesta. Colgó.
Me quedé helada, pensando sin pensar. Viendo sin ver nada en realidad.
Decidí volver a marcar pasados unos segundos. Esperé. "¿Aló?". Dudé. "¿Estás ocupado?", pregunté casi sin voz. "Sí". Silencio. "Está bien, adiós", murmuré con ahogada. "Adiós".
Me tambaleé y me afirmé a la mesa que estaba a mi lado. Mis ojos, llenos de lágrimas nuevamente, se negaban a parpadear. Subí sin ganas, me senté en la cama y me quedé contemplando mi habitación. Me detuve en un par de peluches que estaban sobre una de las almohadas...Ya sin poder contenerlas mas, mis lágrimas comenzaron a caer.
No era cierto, no podía serlo. "No me dejes sola, por favor... no ahora... te necesito... si no estás aquí, no soy nada, no podré seguir viviendo..."
Me recosté en la cama y me aovillé lo mas que pude. Sin dejar de llorar, me volví a dormir, sin intenciones de volver a despertar...
"¿Es esto... lo que se siente...al morir...?"
Darkangel.
"...no todos los finales son felices...
...no todos saben amar...
...son pocos los que duermen...
...sin querer regresar..."
...no todos saben amar...
...son pocos los que duermen...
...sin querer regresar..."
1 comentario:
que puedo decir... estoy con la boca abierta.. el corazon estupefacto y mi mente con muchas ideas, imagenes, etc...
al punto de no saber si lo que has escrito en todo julio es ficticio o real???
yo se cual es esa respuesta pero me cuesta aceptarla...
si viene cierto hace mucho no hablamos... quisiera de alguna form conversar contigo... no soporto la diea de solo leer, quedarme pasma y no hacer nada...
amiga, sea lo que sea o como sean las cosas NUNCA estas sola.. y aunque quizas no seamos las mejores amigas del mundo.. (porque aun nos estamos conociendo).. puedes contar conmigo aunque solo quieras que lea....
ANIMO... aunque suene dificil.. pero justamenten esas cosas dificiles son las que nos hacen mejores... porque lo dificil no es llorar, sino sonreir es por eso que valoramos las sonrisas =)
ya sabes.. tienes mis hombros disponibles y mimail, msn, face etc por si quieres parlar mas...
bsss y abrazos grandes a la distancia
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