jueves, 26 de febrero de 2009

¡¡Capitulo nº 6!!



Capítulo VI:

Alondra


“¿Cómo era esto posible?”

Había pasado casi toda la noche en vela y volvía a hacerme la misma pregunta como por enésima vez.

Por más que le daba vueltas al asunto, no lograba dar con el detalle que me había saltado para no haber estado prevenida ante este detalle. En especial con “esta” compañía.

Suspiré. No podía continuar un minuto mas en la cama, por lo que me levanté. Creí que por ser tan temprano, no encontraría a nadie en la cocina, pero para mi sorpresa, había una joven muchacha tarareando una legre canción mientras trabajaba la harina para hacer pan.

Intenté acercarme despacio a fin de no molestarla, pero levantó la vista en cuanto di el tercer paso.

- ¡Buenos días, señorita! – saludó amablemente – ha madrugado.

- Buenos días – respondí y sonreí un poco confusa al ver esos ojos color marrón oscuro… - disculpa, ¿quién eres?

- Perdone, señorita – se disculpó – Mi nombre es Alondra, soy la hija menor del matrimonio Donoso.

¡Vaya! Es un gusto. No sabía que Blanquita tenía una hija – respondí con alegría y luego añadí - ¿Cuántos años tienes?

- Es difícil que me recuerde, cuando usted estuvo aquí por última vez, yo estaba aun en el internado – me explicó.- Cumplo dieciocho el martes que viene.

- ¡Qué bien! – exclamé – recordaré darte algo.

- No tiene para qué molestarse, señorita – replicó avergonzada.- Por cierto, debe tener hambre, ¿quiere que le prepare el desayuno?

- Es verdad, tengo un poco de hambre…pero continúa con lo tuyo – me apresuré a decir al ver que dejaba su trabajo – de verdad, yo puedo hacerlo; y por favor, llámame Esmeralda o Esme… - le pedí con una sonrisa.

- Está bien. Gracias, señori…quiero decir, Esmeralda – se corrigió rápidamente al ver una advertencia en mi rostro.

Me acerqué a la alacena y empecé a preparar mi desayuno, pero un sobre con mi nombre captó mi atención y la muchacha se dio cuenta.

- Eso es para usted, Esme – me dijo y siguió amasando.- Don Ángel lo dejó antes de salir.

- ¿Ángel salió?

- Sí, salió poco antes de que usted bajara – respondió separando la masa en partes iguales y moldeándolas – me pidió que le dijera que regresaría tarde pero que le traería un presente.

- Como si yo quisiera algo de él… - murmuré malhumorada y aparté el sobre sin abrirlo.

- Disculpe mi pregunta Esme, pero ¿es usted amiga del don Ángel?

- Amiga es mucho decir – respondí volviendo a mi desayuno. Hablar de ese sujeto me ponía mal.

- Le pido me perdone, Esmeralda. No quería importunarla.

- No te preocupes, no es tu culpa – me disculpé.

- ¿Es entonces, que don Ángel no le simpatiza? – lo dijo con cierta incredulidad, como si eso fuese imposible.

- No se trata de eso – confesé – es solo su forma de ser conmigo.

- Pues usted parece agradarle mucho – me dijo divertida, metiendo los panes en el horno – no ha hecho más que hablar de usted desde que supo que venía.

- ¿Hablar de mí? – pregunté – aguarda… ¿Él sabía que yo venía? – ahora sí que estaba confundida.

- Sí, así es – respondió – el señor Montero llamó hace unas semanas avisando su llegada y bueno, don Ángel ya estaba aquí.

- ¿Cuánto tiempo lleva en la casa? – consulté tomando mi tazón de leche y sentándome a la mesa.

- Yo diría que un mes o tal vez más – respondió – cuando yo llegué del internado, él ya estaba instalado.

- Qué raro… - murmuré - ¿Por qué Julián no me habrá dicho nada?

- A mi parecer, era una sorpresa – comentó Alondra.

- ¿Por qué lo dices?

- Porque mi padre ha estado hablando con el señor Montero mas de lo normal y… - la chica se calló repentinamente y comenzó a poner cosas en la mesa para el desayuno de sus padres.

- ¿Y…? – le presioné.

- Se supone que no debería saber esto – dijo avergonzada – pero le juro que fue casualidad.

- Dilo de una vez – la animé – no le diré nada a nadie.

- Bueno… - empezó y bajando la vista hasta sus manos, habló muy rápido – Hace dos días, mi padre y don Ángel estaban en los establos hablando de usted, y el señor dijo que por ningún motivo usted debía enterarse de que él estaba aquí; que era por eso que el señor Montero no le había dicho nada y que todo estaba planeado para que, lo que don Ángel quería, funcionara.

- ¿Cómo te enteraste de esto? – pregunté molesta por el silencio de mi amigo.

- Porque yo estaba buscando a mi padre para que fuese a comer.

- ¿No dijeron nada más?

- Sólo eso alcancé a escuchar – me dijo y luego añadió – además, en cuanto me vieron, se quedaron callados.

- ¡Típico! – solté con un bufido. ¿Qué estará tramando?

Pero no pudimos seguir hablando, porque en ese momento entro don Gabriel seguido de Blanquita.

- ¡Qué sorpresa, niña Esmeralda! – me saludó – no creí que pudiese madrugar tanto, si apenas son las ocho.

- ¡Buenos días, don Gabriel! – sonreí – no podía dormir, así que me levanté.

- ¿Es que hay algo que le preocupa, mi niña? – preguntó afligido.

- No es nada, no se preocupe – le dije - ¡Buenos días, Blanquita! – añadí al ver que entraba en la cocina.

- Buen día, mi niña – respondió - ¿ya comió?

- Estoy esperando el pan que hizo Alondra – le respondí con una sonrisa.

- Así que ya conoció a mi hijita… - dijo amablemente – y dígame, ¿la atendió bien?

- Sí, Blanquita, no se preocupe que su hija es toda una señorita – respondí con cariño hacia la joven que empezaba a sacar el pan del horno, algo sonrojada.

- ¿Tiene algo preparado para el día, Esmeraldita? – preguntó don Gabriel.

- Tenía pensado ir a caminar un poco – le dije – quizás hasta la laguna… - una chispa de emoción en los ojos de Alondra me llamó la atención - ¿Te gustaría acompañarme? – la invité.

- ¿Puedo? – preguntó con incredulidad.

- ¡Claro! – respondí y me volteé para mirar a don Gabriel - ¿Te molesta que me acompañe, viejito?

- Para nada, mi niña – dijo amablemente – le hará bien salir un poco de la casa. Eso sí, ¡me la tiene que cuidar como hueso santo!

- No se preocupe, yo se la cuido.- y dicho esto, nos sentamos a la mesa para desayunar todos juntos.

Luego de comer, subí a mi cuarto a buscar un sombrero y salí en busca de Alondra, que me había dicho que tenía algo que hacer antes.

Mi idea de ir a caminar, era estar sola un momento, pero no contaba con esta grata compañía. Alondra me recordaba tanto a Pilar, que estaba segura de que nos entenderíamos muy bien.


Darkangel.

3 comentarios:

Lord Faerigan dijo...

te has fijado que todos tus personajes se parecen entre ellos XD

Quiero saber de que se trata el plan >.<

Me encantó el capitulo ^^ esperare con ansias el siguiente capi ^^

Anónimo dijo...

esta interesante la historia y siempre dejas metido para el otro capitulo.sigue haci

nose si siga o desaparezcae

lizzy dijo...

amiga! he sido una ingrta contigo y con tu historia..
no la he leido desde el cap 5...

aun estoy en vias de leerme los originales que me enviaste... pero no puedo negarte que me he distraido con otras cosas como mi pronto viaje

de todas formas me encanta tu creacion y ahora q vuelva a releerla desde el inicio estoy segura q sentire todo como si fuese la primera vez

te kiero muxo sigue adelante!